Patrón oro



 

El patrón oro era el respaldo de los billetes en determinada cantidad de oro. Se usó entre 1870 y 1913. En muchos países hubo bimetalismo, es decir, los billetes (moneda fiduciaria) estaban respaldados por una parte de oro y otra de plata. Su abandono comenzó durante la primera guerra mundial, puesto que los gobiernos beligerantes necesitaban imprimir moneda sin tener la capacidad de redimirla en metal. Después de la segunda guerra mundial, fue sustituido por el patrón cambio oro.

El patrón cambio oro es un sistema monetario por el cual se fija el valor de una divisa en términos de una determinada cantidad de oro. El emisor de la divisa garantiza poder devolver al poseedor de sus billetes, la cantidad de oro en ellos representada. Este sistema se implementó en Bretton Woods, cuando surgió el Fondo Monetario Internacional (FMI). Las divisas que garantizaban el cambio al oro fueron el dólar y la libra esterlina. Este sistema dio lugar a una estabilidad relativa y durable, de 1944 a 1971. La mayoría de economías del mundo se desarrollaron por lo que esa etapa se conoce en la historia como la "Edad de oro". Como México supo aprovechar la coyuntura, tuvo una etapa de gran crecimiento llamada "desarrollo estabilizador"

La vigencia del patrón oro, que imperó durante el siglo XIX como base del sistema financiero internacional, terminó a raíz de la Primera Guerra Mundial, de forma que ya no se utiliza en ningún lugar del mundo. Suiza fue el último país en abandonarlo en 1998.

Tabla de contenidos

¿Qué fue el patrón oro?

Sistema monetario bajo el cual el valor de la moneda de un país es legalmente definido como una cantidad fija de oro. La moneda en circulación está constituida por piezas de oro o por notas bancarias (papel moneda) que las autoridades monetarias están obligadas a convertir, si así se las demanda, por una cantidad determinada de oro. Además, los individuos tienen la posibilidad de exportar e importar oro libremente. El patrón oro estuvo en vigencia, con diversas variaciones, hasta bien entrado el siglo pasado: Inglaterra lo abolió, por ejemplo, en 1931.

Cuando se usa el patrón oro se estabilizan, dentro de una estrecha franja, los valores de las diferentes monedas que aceptan el mismo. Un déficit en la balanza de pagos produce un flujo de salida de oro el cual, si no se toman medidas compensatorias por parte del banco central del país, causa una contracción en la oferta monetaria; esto, a su vez, lleva a la disminución de los precios interiores con respecto a los de otros países, lo cual alienta las exportaciones y reduce las importaciones, posibilitando así un flujo de oro en sentido inverso (entrante al país). Se genera de este modo, mediante el patrón oro, una compensación automática que lleva al equilibrio, al cual ayudan además los flujos de capital que actúan, en definitiva, del mismo modo.

A pesar de las ventajas del sistema, éste fue abandonado durante los primeros años de la crisis de la década de los treinta porque los precios y los salarios no descendieron en respuesta a una bajada de la demanda global, de modo que los ajustes recayeron sobre la cantidad de empleo total; en estas condiciones se consideró menos doloroso, en lo inmediato, la depreciación del tipo de cambio para abaratar las exportaciones que la reducción de los salarios, especialmente porque la presión de los sindicatos impuso en buena medida este tipo de política.

El patrón oro era un sistema monetario internacional que no podía funcionar sin la cooperación de los países que lo adoptaban. Mientras funcionó impidió que las naciones llevasen a cabo las políticas aislacionistas que disminuyen el comercio mundial y tienden a producir un severo estancamiento. Después de su colapso surgieron rápidamente políticas nacionalistas discriminatorias, en particular devaluaciones recurrentes, que restringieron el comercio multilateral y ahondaron la crisis de los años treinta. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial se ha intentado restaurar la coordinación entre las políticas monetarias de los diversos países y la libertad de comercio internacional, mediante la creación de organismos como el FMI y el GATT.

Origen del dinero

Desde las sociedades más primitivas, el hombre ha necesitado intercambiar los bienes obtenidos como fruto de su esfuerzo por otros. De ese modo, el que había recolectado manzanas podía desear cambiar parte de ellas por pieles en un momento dado. Así surgió el trueque. El problema es que, en ese momento, es posible que el cazador que tenía las pieles no desease manzanas sino puntas de flecha. La tarea podía resultar ardua, ya que requeriría encontrar a alguien dispuesto a cambiar las frutas por flechas, para ir posteriormente a cambiar estas por las pieles.

Al final, acaban apareciendo ciertos bienes que son más fácilmente intercambiables que otros, de forma que los individuos los demandan, no por su utilidad en si, sino por su especial capacidad para circular por el mercado, para servir de moneda de cambio. En definitiva, por su liquidez. Un claro ejemplo serían los cigarrillos en el ambiente carcelario, que serían utilizados incluso por los no fumadores para cambiar por otros bienes.

¿Por qué oro?

A lo largo de la geografía y de la historia se han usado muchos bienes como dinero; conchas, vacas, sal, cigarrillos, etc. pero el que acabó triunfando fue el oro. Sus características como bien duradero, divisible, homogéneo y difícil de falsificar le convirtieron en el bien líquido por excelencia, por lo que fue bendecido por el mercado para servir de moneda de cambio.

De todas formas, en la práctica, la moneda fraccionaria más utilizada a lo largo de la historia ha sido la plata, aunque el verdadero valor residiera en el oro. Por eso, cuando se habla de patrón oro no quiere decir que se esté hablando necesariamente de monedas circulantes de oro físico o de pagarés respaldados contra reservas de oro disponibles en el acto; sino de un sístema monetario respaldado por un bien tangible con valor en sí mismo.

Uno de los problemas que se le puede poner a los metales como moneda es su peso, por lo que pronto se hicieron comunes los billetes, que no son otra cosa que promesas firmadas de entregar a su portador la cantidad en oro que en ellos se representa. Los bancos emitían estos billetes cuidándose de mantener una relación sensata entre el dinero que habían emitido y las reservas de oro que custodiaban en sus cajas fuertes, dado que, en caso contrario, perderían la confianza de sus clientes.

Posteriormente, se han ido descubriendo problemas más serios debidos al uso de un patrón oro. Así sus contrarios aducen que su suministro (relacionado con la actividad minera) es insuficiente al no estar relacionado con el suministro global de bienes (relacionado con la actividad económica en general y no sólo con la minería), que las reservas de oro están mal repartidas en proporción al peso real de la actividad económica de cada país en el mundo (el ejemplo más extremo es el de la segunda economía del mundo, la japonesa, con unos recursos auríferos escasos), que el uso del patrón oro es inestable frente a cualquier decisión gubernamental que en un momento dado decida suspenderlo (como hicieron las naciones beligerantes durante la Primera Guerra Mundial) y que, como resultado de todo ello, es un sistema monetario ineficaz. Las críticas más fuertes contra el patrón oro proceden del keynesianismo ya que lo acusan de haber sido el principal responsable de la gran depresión económica que siguió al crack de 1929. Aunque modernamente este punto de vista se ha suavizado y, de acuerdo a la teoría macroeconómica moderna, la verdadera responsabilidad hay que buscarla más bien en los repetidos fracasos para poder restaurar un patrón oro tan estable como el que existía antes de la Primera Guerra Mundial, así como en los problemas estructurales del sistema bancario y la falta de flexibilidad en la política monetaria seguida por los bancos centrales. En la visión general de los economistas, la objeción más fuerte contra el patrón oro se deriva de las consideraciones previamente citadas en torno a su ineficacia y a razones de índole social más que puramente económicas: el uso de un patrón oro da lugar a etapas largas de fuerte crecimiento económico separadas por depresiones severas e intensas que dan lugar a miseria y empobrecimiento generalizados durante periodos cortos de tiempo, ciclos que ocurrieron repetidas veces entre 1880 y 1913 (el periodo del esplendor del patrón oro clásico). Se considera que un modelo de crecimiento económico similar sería socialmente inaceptable en la actualidad.

No obstante, sigue teniendo sus defensores, principalmente en el campo de la escuela austríaca de economía que abogan por la supresión de los bancos centrales y del monopolio de los gobiernos como organismos encargados de acuñar la moneda en oro. Lógicamente, la interpretación de las razones de la gran depresión por parte de esta escuela es radicalmente distinta y aducen que fue, en realidad, el alejamiento de la reserva federal con respecto a un patrón oro estricto el que la causó. Según esta escuela de pensamiento, cualquier inflación acaba conduciendo a una asignación errónea de los recursos que, cuando intentan recolocarse de una forma más productiva, dan lugar a un estallido económico.

Primeros problemas. La inflación

[cita requerida para esta sección]

Ha quedado establecido que el mercado, necesitado de un bien líquido que ejerciese de moneda de cambio, de forma natural seleccionó al oro para cumplir ese cometido.

Posteriormente los gobernantes acuñaron monedas con sus efigies y se hicieron con el monopolio de la distribución del dinero. La tentación de fijar la paridad del dinero acuñado por encima del valor real del oro que contenían fue demasiado fuerte para los poderes públicos, que pronto rebajaron la riqueza de las aleaciones que componían la moneda. Esta verdadera alquimia legal permitió a los soberanos de la época comprar cobre para transformarlo en monedas que vendían a precio de oro. Los mecanismos del mercado no tardaron en advertir el engaño de forma automática, por lo que cada vez nos pedían un mayor número de estas monedas legalmente falsificadas al ir a adquirir un bien. El vendedor tiende a querer, a cambio de su producto, la misma cantidad de oro de siempre, independientemente del número de monedas con la efigie del monarca grabada que fueran necesarias. A esta subida que hace que se inflen los precios se le llamó inflación.

El patrón oro según la historiografía económica

Aunque existieron muchas ocasiones a lo largo de la historia en que el oro fue dinero, cuando hablamos del patrón oro nos estamos refiriendo al imperio de este sistema que tuvo lugar en occidente durante el siglo XIX.

Algunos historiadores fijan la aparición del patrón oro en Inglaterra, cuando Sir Isaac Newton en 1717 incluyó, en un ensayo sobre el sistema monetario, una ratio de oro a plata que definía una relación entre las monedas de oro y el penique de plata que iba a ser la unidad de cuenta estándar en la Ley de la reina Ana de Gran Bretaña. De todas formas, es más comúnmente aceptado que un verdadero patrón oro requiere que haya una fuente de billetes y moneda de curso legal, y que esa fuente esté respaldada por la convertibilidad al oro. Dado que ese no era el caso durante el siglo XVIII, el punto de vista generalmente aceptado es que Inglaterra no estaba bajo el patrón oro en ese momento.

La adopción internacional del sistema fue gradual, y aportó una gran estabilidad a la situación financiera mundial debido a que proporcionaba una inflación insignificante y un tipo de cambio estable que era una bendición para el comercio internacional. En ese clima de tranquilidad, la prosperidad generalizada es casi inevitable, y así se mantuvo durante el siglo XIX, desde las Guerras Napoleónicas hasta la Primera Guerra Mundial.

Implantación internacional

  En el siglo XIX, muchos países tenían un patrón bimetálico. Gran Bretaña tenía un patrón desde principios de siglo mientras que el Imperio Austrohúngaro, el Imperio Ruso, Escandinavia y el Lejano Oriente tenían patrón plata.

Durante el tercer cuarto del siglo XIX, el sistema bimetálico se vio sometido a crecientes presiones. Portugal que tenía fuertes relaciones comerciales con Gran Bretañas adoptó el patrón oro en 1854. Además, el continente europeo tenía problemas para gestionar el patrón bimetálico. El crecimiento de las transacciones internacionales y la reducción de los costes de transporte provocaron el aumento de la circulación de monedas extranjeras en muchos países. La mayoría de ellas ya eran monedas financieras.

Italia empezó a emitir monedas de pequeña denominación de 0,835 de ley. Como las monedas francesas eran más valiosas —0,9 de ley—, los individuos intercambiaban monedas italianas y guardaban las francesas. Francia redujo la ley de sus monedas a 0,835. Entonces Suiza redujo la ley de sus monedas a 0,8.

Conscientes de su interdependencia se reunieron estos países y Bélgica en 1865, acordando acuñar monedas de 0,835 de ley. El estallido de la guerra franco-prusiana obligó a Francia, Rusia, Italia y al Imperio Austrohúngaro a suspender la convertibilidad.

Al acabar la guerra franco-prusiana, Alemania se pasó al patrón oro, al abolir la acuñación ilimitada de plata. Con la indemnización de 5000 millones de francos que Francia debía pagar, Alemania acuñó monedas de oro y vendió plata a cambio de oro en los mercados mundiales. La liquidación de plata por parte de Alemania, unida al descubrimiento de nuevas minas de plata en Nevada y otros lugares durante la década de 1850, provocaron la reducción de su precio obligando a otros países a admitir las importaciones inflacionarias de plata o a abandonar el bimetalismo a favor del patrón oro.

Al adoptar Gran Bretaña y Alemania el patrón oro, las externalidades de red llevaron a los otros países a seguir su camino. Dinamarca, Holanda, Noruega, Suecia y los países de la Unión Monetaria Latina se sumaron al patrón oro. A finales del siglo XIX España era el único país europeo que seguía teniendo papel inconvertible.

Sin embargo, la existencia del patrón oro provocaba inflación —teoría cuantitativa del dinero— lo que provocó que EE.UU., donde la agricultura y los dueños de minas de plata presionaban, celebrara una conferencia en 1878 para volver al bimetalismo. Dada la oposición de Gran Bretaña y Alemania que no asistió, este intento no tuvo éxito.

A comienzos del siglo XX, todo el sistema internacional se basaba en el oro. Sin embargo, sólo Inglaterra, Alemania, Francia y EE. UU. mantenían un patrón oro puro. Circulaban monedas de oro papel — monedas y monedas fraccionarias que podían cambiarse por el oro que poseían los Bancos Centrales en sus cajas fuertes o en sus tesoros nacionales. Aún así, en Francia había un patrón oro «renqueante», ya que aunque no se acuñaba plata libremente, ésta seguía siendo de curso legal. Además, los residentes y los extranjeros podían convertir los billetes del Banco de Francia en monedas de oro o de plata a criterio de las autoridades. En Holanda, Bélgica y Suiza la convertibilidad era decidida por las autoridades.

Además, existían otros mecanismos para fomentar la entrada de oro y dificultar su salida. Los Bancos Centrales concedían créditos libres de intereses a los importadores de oro. Podían reducir los incentivos para comprar oro cambiando billetes sólo en la oficina central. Podían elevar el precio de compraventa de barras de oro o cambiar billetes sólo por monedas de oro desgastadas. En EE.UU., el patrón estuvo limitado hasta 1900, porque las leyes obligaban al Banco central a comprar plata. A partir de 1900 se aprobó la Ley de patrón oro, que establecía que el dólar contenía 25,8 granos de oro y 0,9 de ley y no se preveía la acuñación o compra de plata.

En otros países, el dinero consistía en plata, papel oro y monedas fiduciarias pero el Banco Central se comprometía a convertir su dinero en oro a un precio a la vista. Los Bancos centrales a excepción del Riksbank sueco, el Banco de Finlandia y el Banco Estatal ruso eran por entonces entidades privadas, que a cambio del derecho a emitir billetes, prestaban servicios al gobierno. La Bank Charter Act inglesa, por la que se guiaron la mayoría de las legislaciones, establecía la coexistencia de dos departamentos independientes de emisión y banca.

La composición de las reservas internacionales variaba de un país a otro. La libra esterlina era la principal moneda de divisas y al final el período representaba el 40% de las reservas totales de divisas. La cantidad de reservas que debía tener un Banco central variaba de un país a otro. En los países que tenían sistemas fiduciarios, el banco estaba autorizado a emitir una cantidad de monedas no respaldadas por oro.

Los países con sistemas proporcionales no podrían tener unas reservas inferiores a una determinada proporción de dinero en circulación. Además, había países con sistemas híbridos. Aún así, en todos sistemas bajo ciertos supuestos estas normas podían incumplirse.

La formalización del mecanismo del patrón oro es el modelo de los flujos de oro y los precios de David Hume. A partir de un mundo donde sólo circulaban monedas de oro y donde el papel de los Bancos centrales era insignificante. Cada vez que exportaba oro, el exportador recibía oro, que llevaba a la casa de la moneda para que lo acuñase. En los países con déficit comercial, si bajaba la cantidad de dinero en circulación, sus precios bajaban. Lo contrario sucedía en el país con superávit. Por lo tanto, el flujo de oro alteraba los precios relativos.

Posteriormente, en los modelos se incluirían los Bancos centrales. Estos usaban los tipos de descuento para variar la oferta monetaria. Sin embargo, cuando se hicieron estudios empíricos se descubrió que esto no ocurría. Uno de los motivos era que si el tipo de descuento era superior al de interés, podía quedarse sin actividad.

Además, la subida de tipo de interés para frenar las salidas de oro podía deprimir la economía. Por último, la subida de los tipos de interés incrementaba el coste de pagar la deuda para el estado. Sin embargo, el equilibrio se mantenía. Ello se debía a que no había ninguna duda de que los países intentarían mantener la vinculación de su moneda al patrón. Los otros objetivos estaban subordinados a éste.

Cuando las monedas fluctuaban, los inversores reaccionaban de manera estabilizadora. Si el tipo de cambio bajaba acercándose al punto de exportación de oro, el Banco central perdía divisas. Entonces entraban los inversores previendo el beneficio que tendrían al intentar el Banco Central fortalecer el tipo de cambio. Como el capital entraba en grandes cantidades, el tipo de cambio subía solo, haciendo innecesaria la intervención del Banco central.

Los Bancos Centrales del mundo seguían al Banco de Inglaterra. Los bancos centrales coordinaban los ajustes de las condiciones crediticias mundiales. Esto podía ser complicado en épocas de recesión siendo a veces necesario que los bancos centrales extranjeros tomaran medidas para ayudar al que se encontraba en dificultades. Incluso podía recurrir a las reservas de otros países que tuvieran patrón oro.

Sin embargo, en la periferia, donde no se amenazaba la estabilidad del sistema, los Bancos centrales europeos eran los menos proclives a ayudar. De hecho, algunos países incluso carecían de Banco central. En EE.UU., la Reserva Federal se creó en 1913. Muchos países de Latinoamérica no lo harían hasta el decenio de 1920.

Había otros factores, como la inestabilidad de los países productores de materias primas. Al estar especializados en un reducido número de bienes, su relación real de intercambio podía sufrir grandes oscilaciones. A esto se le unía que las perturbaciones de cuenta corriente y capital se producían al unísono.

Finalmente, hay que tener en cuenta las presiones ejercidas por la población, sobre todo en EE.UU. El sufragio universal masculino aumentó la influencia del pequeño campesino, crítico con la inflación. Con el apoyo de la minería de plata lograron durante un breve período que se pudieran emitir monedas de plata —Sherman Silver Purchase Act—. No obstante, la huida de capitales provocó que se derogara esa ley el 1 de noviembre de 1893. Finalmente, los descubrimientos de oro en Australia, Suráfica y Alaska provocaron la subida de los precios.

El patrón oro fue el mecanismo por el que se reguló el sistema monetario internacional entre 1870 y 1913. Hay razones para pensar que este equilibrio no se hubiera mantenido durante mucho más tiempo. El declive relativo de Gran Bretaña, al ser sustituido por EE. UU. como primera economía del mundo unido a la extensión del sufragio universal hacía complicado seguir con el sistema vigente hasta entonces.

Bibliografía y fuentes

  • Eichengreen, B. La globalización del capital. Historia del sistema monetario internacional. Ed. Antonio Bosch, Barcelona, 2000. ISBN 84-85855-95-7

Véase también

  • Teoría austríaca del ciclo económico

Enlaces externos

  • ¿Qué es el patrón oro?, por Antonio Mascaró Rotger
  • Oro almacenado vs. oro en acción, por Antal E. Fekete
  • ¿Por qué el oro?, por Juan Ramón Rallo
 
Este articulo se basa en el articulo Patrón_oro publicado en la enciclopedia libre de Wikipedia. El contenido está disponible bajo los términos de la Licencia de GNU Free Documentation License. Véase también en Wikipedia para obtener una lista de autores.
Su navegador no está actualizado. Microsoft Internet Explorer 6.0 no es compatible con algunas de las funciones de Chemie.DE.