Trombosis venosa profunda



La trombosis venosa profunda consiste en un coágulo sanguíneo (o trombo) en una vena profunda, usualmente afecta las venas en la parte inferior de la pierna y el muslo. Puede presentarse a cualquier edad, aunque es frecuente en personas mayores de 50 años. A diferencia de las venas superficiales, cercanas a la piel, las venas profundas se encuentran en los grupos de músculos.

Síntomas

Los síntomas que produce una trombosis venosa profunda son muy variables, van desde formas asintomáticas, en las que se descubre al buscar el origen de sus complicaciones (embolismo pulmonar, úlcera en las extremidades) o de forma casual al explorar pacientes con alto riesgo de presentarla (cáncer, intervenciones ortopédicas), hasta la forma típica de presentación: caracterizada por tumefacción (edema) y dolor en una extremidad, acompañada de piel caliente, enrojecida, brillante y brusca aparición de venas dilatadas. Su presencia se demuestra sólo en el 20% de los casos en que se tiene la sospecha clínica de su existencia. Así pues la clínica sirve para sospecharla, pero siempre es necesario realizar una exploración por la imagen que la confirme y la evidencie (eco-doppler, flebografía, TC).

Causas o factores de riesgo

Factores que contribuyen al desarrollo de la trombosis venosa profunda:

  • Cirugías, en especial a la cadera, pierna o abdominal
  • Períodos largo de reposo en cama o en posición sentada durante mucho tiempo
  • Píldoras anticonceptivas u hormonas administradas para los síntomas de la menopausia
  • hipercoagulabilidad hereditaria o adquirida
  • Ciertas enfermedades y trastornos, como: várices, fibrilación auricular crónica, enfermedad intestinal inflamatoria, lupus eritematoso, una enfermedad del sistema inmune, cáncer, insuficiencia cardíaca, ataque cardíaco, enfermedad arterial, lesión de la médula espinal y parálisis consecuente, coágulo sanguíneo previo, embarazos, tratamientos que incluyen la colocación de un catéter venoso central, personas con tratamiento de quimioterapia.

Consecuencias y prevenciones

El coágulo sanguíneo o trombo situado en el interior de las venas, produce alteraciones de su pared y de las múltiples válvulas que existen en su trayecto, pudiendo por un lado desprenderse e impactar en el árbol pulmonar provocando la aparición de un embolismo pulmonar o bien disolverse, pero perdurando la lesión causada en la pared de la vena y produciendo meses o años después el denominado síndrome postrombótico.

La mayoría de las trombosis venosas profundas, que se localizan en zonas distales de la extremidad, desaparecen sin dificultad, aunque pueden crecer y extenderse a zonas más proximales donde es más fácil que se fragmenten y embolicen en el pulmón. Las trombosis venosas no producen embolias cerebrales, a excepción de aquellos pacientes que posean una comunicación permeable interauricular. Cuando se diagnostica una trombosis venosa profunda, cualquiera que sea su localización, debe tratarse primero con heparina, durante un mínimo de 5 días (por vía endovenosa o, lo más habitual, por vía subcutánea) y luego puede o bien prolongarse este tratamiento o bien administrarse anticoagulantes orales por un periodo de tiempo variable. Se debe evitar estar inactivo o inmovilizado por largos períodos de tiempo como es permanecer sentado, reposar en cama, viajes largos en avión o en automóvil. Por lo general se prescriben anticoagulantes como medida preventiva. [Profilaxis de trombosis venosa profunda][[1]]

 
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