Moldeo a la cera perdida



  El moldeo a la cera perdida es un procedimiento escultórico de tradición muy antigua que sirve para obtener figuras de metal (generalmente bronce) por medio de un molde. El cual se elabora a partir de un prototipo tradicionalmente modelado en cera de abeja. Este modelo previo es rodeado de una gruesa capa de material blando que se solidifica; una vez endurecido, se mete en un horno, que derrite la cera de la figura de cera, saliendo ésta por unos orificios creados al efecto (de ahí su denominación) y, en su lugar, se inyecta el metal fundido, que adopta la forma exacta del modelo. Para extraer la pieza final es necesario destruir el molde. Gracias a esta técnica de vaciado, es posible conseguir figuras metálicas, sólidas y duraderas, con detalles que sería imposible lograr por otros medios.

Esta forma de trabajar el metal (bronce), simplificada en el párrafo anterior, en realidad requiere un largo, costoso y complicado proceso junto con una perfecta y adecuada combinación de diversos oficios: para el proyecto general y la coordinación, los escultores; para los primeros pasos, los moldeadores; para la labor de horneado, los fundidores y para el acabado, los cinceladores y patinadores.

Tabla de contenidos

La técnica tradicional de la Cera Perdida con bronce

Trabajo con el modelo

Elaboración de un modelo provisional de cera siguiendo el diseño que ha ideado el artista. Durante esta preparación se explora y se experimenta hasta lograr expresar lo que el escultor busca. Si la obra va a ser monumental, los modelos iniciales se hacen a escala, para trabajar más cómodamente. La utilización de la cera se debe a que su textura, dúctil y blanda, permite modelar con más facilidad, hacer tanteos y añadir o quitar elementos con gran detallismo y provecho. Actualmente existen otros materiales que pueden sustituir a la cera de abeja, como la parafina, la gelatina, el látex o la silicona.

     
A veces se realiza un paso intermedio para conseguir mayor perfección. Sobre el modelo de cera (u otro material equivalente) se construye un molde bivalvo, a partir de dos piezas de un material plástico que se endurezca sobre el modelo. La mayoría de los moldes de esculturas pequeñas se hacen del yeso, pero se pueden también hacer de fibra de vidrio o de otros materiales. Cuando el material del molde fragua, se abre y se extrae el modelo de cera. El molde debe ser prácticamente estanco, lo que obliga a fijarlo fuertemente con unos ganchos, y, por un orificio, se vierte en su interior escayola líquida.
Endurecida la escayola, la pieza se desmolda, obteniendo una reproducción en positivo virtualmente idéntica al modelo de cera, pero la escayola permite apreciar mejor el resultado real, corregir posibles errores y repasarlo con mayor corrección (por medio de limado, esgrafiado o bruñido).

Creación del molde

  Sea cual sea el proceso, una vez liberado el modelo final, va siendo rodeado o forrado de algún material maleable pero que se endurezca poco a poco (ladrillo molido, o escayola) y que sea refractario. Se van aplicando tantas capas como sea necesario, para crear un molde hermético, de una sola pieza.
Únicamente hay que colocar unos soportes de acero, a modo de puntas, que se claven en el modelo blando del interior y que quedan fuertemente sujetos al molde exterior.
Igualmente se abre un número variable de pequeños orificios, llamados bebederos, que se consiguen colocando canutos de papel encerado, que comunican el interior con el exterior.
Además, está el orificio principal, en forma de embudo.

Actualmente, la primera capa se hace de material cerámico refractario, de gran precisión, compuesto de polvo de sílice, el resto puede ser de ladrillo refractario más basto.

Cuando se ha endurecido el molde definitivo, con sus bebederos y clavos, hay dos posibilidades. Si la escultura va a ser pequeña, se puede verter directamente el bronce fundido. Pero si la figura es monumental, la cantidad de bronce puede ser excesiva, tanto por el coste económico, como por el peso resultante. Por eso es conveniente conseguir que la forma sea hueca. ¿Cómo se consigue eso?

En primer lugar se vierte por el orificio principal una pequeña cantidad de cera que quede adherida a las paredes del molde cubriendo por completo su superficie interna; se pueden vertir varias capas de cera, para obtener un mayor grosor de la futura capa de bronce. El interior sigue quedando vacío y se rellena con una sustancia que va a actuar de “macho”: una solución de ladrillo poroso molido y escayola, por lo que al endurecer queda un alma ligera pero maciza y resistente, sujeta por los clavos que tiene el molde, de modo que no se mueve y no deforma la cera.
Ahora ya se puede llevar el molde, convertido en un bloque sólido y resistente, al horno de fundición o “mufla”.

Proceso de fundición

Al introducir el molde en la mufla (en posición invertida), la cera se derrite y sale por los bebederos o por el orificio principal, pero el macho queda fijado por los clavos manteniendo la misma separación y disposición y dejando un hueco homogéneo entre el alma y el molde. Ese hueco es el que será rellenado por el bronce licuado, al ser vertido por el orificio principal. El bronce debe rebosar por los bebederos, que facilitan la salida de aire, asegurándose de que no queden burbujas, ni restos de cera o escayola. El proceso puede llegar a durar desde decenas horas a varios días, dependiendo del tamaño de la figura (recordemos que las piezas pequeñas pueden fundirse y desmoldarse sin necesidad de macho o alma).  

Desmoldado y acabado

Una vez enfriados el bronce y el bloque macizo, se procede al desmoldado, que sólo puede hacerse destruyendo el bloque (puesto que éste es de una sola pieza y no es posible abrirlo sin romperlo). La figura aislada resultante es textura áspera, porosa y seguramente tenga imperfecciones, junto con los restos de los bebederos. Es necesario que el artista corte los bebederos, lime, pulimente y abrillante la superficie (y, si hay huecos hechos por burbujas, se rellenarían con metal fundido y se limarían), hasta lustrar el metal. En la actualidad es común usar arena muy fina proyectada a gran velocidad para el acabado.   Los remates posteriores son tan laboriosos como los de la una obra de orfebrería, y van desde, añadir pátinas y diferentes colores, bien por medio de productos químicos o con aplicación de calor (generalmente, con un soplete, que oxida el metal dándole un tono distinto).

También se añaden complementos de todo tipo, por ejemplo, ya desde la Antigüedad clásica, los broncistas griegos forraban los labios de sus estatuas con cobre, para que fuesen más rojizos, incrustaban pasta vítrea blanca para dientes y ojos, pasta negra para el iris, se añadían las pestañas. Por supuesto, se hacen cincelados y grabados para los detalles del pelo o imitación de dibujos del ropaje etc. A veces, se incluyen diversos aditamentos, como armamento, símbolos, coronas...

Quizá uno de los ejemplos más interesantes en este sentido sea la escultura de Carlos V dominando al Furor, de Pompeyo Leoni: la figura del emperador fue fundida desnuda, heroizada como los antiguos emperadores romanos, pero posee una armadura que es posible quitar y poner fácilmente y que fue elaborada por piezas, aparte.

En efecto, era normal que los grandes conjuntos escultóricos de bronce fueran fundidos por fragmentos separados, tal es el caso de la estatua ecuestre del emperador Marco Aurelio, en el que caballo y humano se hicieron independientemente, así como los arreos, armas y otros ornamentos. Lo mismo puede decirse de la estatua del Gattamelata por Donatello. Sin embargo, ya en el Renacimiento se consiguieron obras sumamente complejas de una sola pieza, como el Perseo, de Benvenuto Cellini, una obra que rebosa virtuosismo técnico y artístico y que supuso un esfuerzo épico para el autor.

     

Véase también

Referencias

  • Albadalejo González, Juan Carlos y Rodríguez González, Iván (2006): «Fundición a la cera perdida: Cellini y la magnetita», en Revista de bellas artes: revista de artes plásticas, estética, diseño e imagen, vol. Número 4 , Nº páginas 13-28. ISSN 1695-761X
  • Kohl, R; Alcoba, M.; Bruno, M.; Varela, P.; Contella, N y Radevich, O. (2003): «Fundición a la cera perdida: materiales para modelo», en Jornadas Sociedad Argentina de Materiales-Sociedad Chilena de Metalurgia y Materiales, vol. Revista de Metalurgia , Nº Simposio Materia 2002. ISSN: 0034-8570

Enlaces externos

  • La fundición a la cera perdida por Eduardo Soriano.
 
Este articulo se basa en el articulo Moldeo_a_la_cera_perdida publicado en la enciclopedia libre de Wikipedia. El contenido está disponible bajo los términos de la Licencia de GNU Free Documentation License. Véase también en Wikipedia para obtener una lista de autores.
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