Investigadores del CSIC obtienen la composición proteica del veneno de la serpiente "Crotalus atrox"

La serpiente, conocida como cascabel diamantada del oeste, es la que más casos de envenenamiento provoca en EEUU

24.06.2009 - España

Un equipo liderado por el investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Juan José Calvete ha caracterizado la composición proteica del veneno de la serpiente de cascabel norteamericana Crotalus atrox, que junto a Crotalus adamanteus, es responsable de la mayoría de accidentes por envenenamiento en EEUU. La investigación forma parte de un proyecto más amplio que pretende entender las bases moleculares de la evolución de los venenos de este género, ampliamente distribuido en todo el continente americano. El estudio mejorará la producción y efectividad de antídotos que neutralicen la toxicidad del veneno de estas serpientes. El trabajo aparece publicado en Journal of Proteome Research.

Calvete detalla la investigación: “Hemos identificado mediante técnicas proteómicas qué familias de toxinas están presentes en el veneno de esta serpiente y, además, se había determinado su concentración relativa. Esta información es relevante para saber contra qué arsenal biológico se deben preparar los antídotos”.

El equipo que dirige el investigador del CSIC en el Instituto de Biomedicina de Valencia (CSIC), ha utilizado en este trabajo una nueva metodología, que nunca se ha aplicado al estudio del veneno de serpiente. Con la técnica, basada en la química combinatoria, se han podido analizar proteínas presentes en cantidades minúsculas.

“Con esta nueva tecnología hemos encontrado proteínas enzimáticas implicadas en el procesamiento de algunas de las toxinas del veneno, lo que nos permitirá entender mejor su origen y su evolución”, destaca el investigador del CSIC.

Este tipo de trabajos pretende desarrollar anticuerpos a la carta frente a las toxinas de los venenos de serpientes. Para ello, es necesario conocer qué tipo de toxinas hay en cada veneno. Partiendo de esta base, se podría diseñar el mínimo número de anticuerpos específicos necesarios para neutralizar la acción de cada familia de toxinas, mediante técnicas bioinformáticas basadas en sus estructuras.

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