PFAS en abejas melíferas: los insectos permiten vigilar los contaminantes en el medio ambiente

08.09.2025
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Las abejas absorben los contaminantes del medio ambiente y proporcionan así información actualizada sobre su distribución (imagen simbólica).

Los PFAS -sustancias alquiladas perfluoradas y polifluoradas- se han convertido en los últimos años en el centro de atención de los llamados "productos químicos de la eternidad". Estas sustancias producidas artificialmente se utilizan en la fabricación de muchos productos cotidianos. Son nocivas para el medio ambiente y la salud, difíciles de descomponer y se acumulan en todas partes, en la flora, la fauna y también en nosotros, los humanos. Investigadores de la Universidad de Graz han utilizado abejas melíferas para estudiar la presencia de PFAS en diferentes épocas y zonas de uso del suelo. El estudio demuestra que las abejas y el polen que recogen son ideales para controlar las toxinas ambientales. Los insectos absorben los contaminantes y permiten extraer conclusiones sobre su distribución espacial y estacional.

"Se detectaron PFAS en cantidades cuantificables en casi todas las abejas y el polen que analizamos", informa Jörg Feldmann. El químico de la Universidad de Graz también ha rastreado toxinas ambientales en cerebros de jabalíes y ballenas. "Sin embargo, cuando se trata de controlar contaminantes, las abejas llevan ventaja a estos mamíferos. Como sólo viven unas semanas, las sustancias químicas que ingieren no pueden acumularse en su organismo durante mucho tiempo. Esto significa que las concentraciones medidas proporcionan siempre información actualizada sobre la presencia de tóxicos ambientales", explica el biólogo Robert Brodschneider.

Para su estudio más reciente sobre los PFAS en las abejas y el polen, los investigadores recogieron datos de abril a agosto en seis localidades de Alta Austria, Baja Austria y Estiria con distintos usos del suelo, en zonas urbanas y semiurbanas, rurales y agrícolas. Las diferencias temporales y espaciales fueron notables. Los patrones de PFAS específicos de cada lugar indicaban posibles fuentes de contaminación, como el uso de plaguicidas que contienen flúor. No existía una correlación directa con el tipo de uso del suelo.

"En total, detectamos nueve PFAS diferentes en 90 muestras", afirma Viktoria Müller, química medioambiental de la Universidad de Graz y del Instituto James Hutton de Aberdeen/Reino Unido. "De media, las abejas de la colmena presentaban la mayor suma de todas las concentraciones, seguidas de las abejas forrajeras y el polen", prosigue la investigadora. Las diferencias en la presencia de PFAS entre los tipos de muestra, especialmente entre las abejas buscadoras de alimento y las abejas de la colmena, indicaban diferentes vías de contacto, como la absorción a través del polen, las partículas del aire o las superficies contaminadas. "Pudimos demostrar que las abejas forrajeras introducen PFAS en la colmena a través de su cuerpo o del néctar y el polen", afirma Müller.

"Conocer las diferencias estacionales y locales en las concentraciones de PFAS es un requisito previo importante para poder crear mapas de contaminación de determinadas zonas", afirma Feldmann, explicando la importancia del estudio. Futuras investigaciones tendrán que aclarar qué factores son responsables de las fluctuaciones locales y temporales.

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